Dejo las lenguas habituales,
aquellas de tinta y caricias,
para escribirte en una tercera,
aquellas de tinta y caricias,
para escribirte en una tercera,
más presumida, pero con temblores
ocultos, cuando calla la radio,
en la madrugada de un día sin fecha.
Dejo las lenguas habituales,
y las vuelvo a encontrar,
al filo de la noche anterior.