Al despertarme no te pudiste dormir,
no por el roce de mi piel, mediaban
millares de leguas marinas,
sino por la frialdad de los mundos
deshabitados que te ocupan, golosos
de tu inteligencia, tan aburridos ellos.
Al dormirme esta noche, ¿me podrás
acompañar? No te pido nada, sino la
tebia amistad de los mundos ajenos.