lundi 11 janvier 2016

Silencios

Lo mejor fueron los silencios,
los roces ligeros de voz y tacto,
la mesa estrecha, los comensales
tibiamente apretados.

Y la delicadeza de las tres parejas,
tan distintas, tan semejantes. Amor,
cariño, que se desprendían suavemente
y alimentaban

las conversaciones sin que nadie se diera
cuenta o quisiera imponer un modelo. Fueron
horas de profunda amistad, de libertad total
en torno al horno

pequeño, al queso fundido. Viandas y manjares
a montones, proveídos por el amigo David que
cumplía años y acabó la noche de rey, por gracia
de la divina Noémie.

Cómodamente situado en una punta extrema de las
mesas juntas, lo saboreaba todo, amenizando el 
discurrir de las horas con bromas gastadas y
un cariño sin fin.