Huyo de las flores cortadas
y prefiero aquellas que cojo
con la vista. Mía o ajena.
La tuya por ejemplo, cuando
te alejas de casa, soñando
por senderos olorosos.
Magia de los recuerdos cercanos
y de la dulzura de los lazos
azarosos y esenciales.
A la pata coja, como por una
rayuela imaginaria, me inventas
glicinas violeta que me alegran.