Hace años. Veinticinco.
que me llamas «Cariñito» y
me dejo guiar por las vías
de acero dulce de la vida.
Durante mucho tiempo, nos callamos
y nuestros brazos se quedaron fríos,
cruzados, inútiles. Pero un día me llamaste
y la vida se me pintó de turquesa y rubí.
Desde entonces desando lo andado con versos.