No puedo dormir,
es la hora placentera
de juncos infinitos
i de lecturas mil.
Nedan renacuajos
por la charca pequeña.
No me atrevo a decir nada.
Escucho y me dejo ir. Por
esas altas montañas donde
el musgo es tapiz y el viento
un aliado. Aquí abajo, las aguas
los recuerdan y no puedo dormir.